El almez es un árbol muy longevo (existen ejemplares de más de 600 años) y de altura superior a los 20 metros, con la corteza de color ceniciento y ramas flexibles. Las hojas se caen durante el invierno para rebrotar en la primavera; estas son lanceoladas y tienen bordes dentados. Las flores nacen solitarias en las axilas de las hojas y son pequeñitas y poco vistosas. El fruto es reducido, del tamaño de un guisante y colores que van del verde al negro, pasando por el amarillo. Se cría fundamentalmente en tierras de viñedos, encinas y olivares, repartido por casi todo el país.
FLORACIÓN
Florece en primavera y sus frutos maduran a finales del verano y otoño. De la recolección interesan los frutos y las hojas, aunque los primeros se prefieren para uso medicinal, sobre todo cuando todavía no están maduros, ya que al madurar pierden parte de sus propiedades.
APLICACIONES
La familia de las ulmáceas -a la cual pertenece esta especie- no produce ni alcaloides ni glucósidos ni esencias; por tanto no es una familia de plantas con grandes usos medicinales; más bien se trata de especies que gozan de uso popular. Lo que producen es muchas materias tónicas, localizadas sobre todo en la corteza. El almez es muy conocido por su fruto, considerado ante todo como exquisito manjar por muchas aves y no pocos niños, ya que se trata de un fruto que no daña ni empacha aunque se consuma en cantidades exageradas. La pena es que tiene mucho hueso y poca carne, por lo que no suele saciar el voraz apetito de los jóvenes. El empleo más apropiado de esta planta es como astringente, en diarreas y hemorragias; pero sin olvidar que el fruto no debe estar muy maduro, pues entonces pierde su principal virtud. Otro uso popular de que gozó este fruto (incluso hoy en día se mantiene) es para cortar menstruaciones demasiado abundantes.
ADMINISTRACIÓN
Cocimiento. Se toma un puñado de frutos recién arrancados del árbol y se ponen a cocer durante un buen rato; pasado el tiempo, se enfría un poco y se toman en cantidad moderada. Constituye un buen remedio para la disentería. Esta preparación se puede hacer indistintamente con las hojas o los frutos, e incluso con ambos mezclados como fruto crudo. Recién arrancados del árbol, se pueden tomar directamente, resultando un rico manjar aunque poco nutritivo.
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